domingo, 30 de agosto de 2009

Los sueños nunca cambian.

Me desperdiciaba viendo nubes por mi extraña ventana. Con movimientos cadenciosos
-esos que solo la falta de rumbo fijo te pueden dar-
Cambiaba las nubes de color justo a mi sabor y antojo. Mis crayones pastel pintaban puntos
amarillos y verdes en el cielo de todos. Danzas de colores anárquicos y absurdos. Chocantes como mi buen sentido del humor.

Tremenda libertad y enorme jolgorio eso de pintar en el lienzo universal.
Me cago en el cielo de todos. Es mi pizarra donde jodo y jodo.

Pinto y decoro en los promontorios de la vida de los demás. Agrego mi propio candor y color.

Manipulo el cielo, las nubes, los árboles y a la gente. Puedo modificarlo todo menos a mi.
Mis modificaciones en el entorno de los demás son ejecutadas con total impunidad.

Pero no todo es antojadizo. En esa olla de presión cerebral los sueños siguen siendo falsos escenarios
con esperanzas muertas que se niegan a salir voluntariamente.
Mis sueños desastrosamente están impolutos y libres de la absurdidad que me divierte.
En mis sueños gobierna un aburrido tono monocromático.

3 comentarios:

  1. Por un momento leyendo entre lineas, imagine una analogía de Dios.

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  2. hahahaha!
    Cada quien lo interpreta como gusta! eso es lo divertido!
    Pero en realidad se refiere al mundo onírico! un fuerte abrazo vos rastoso de mierda!

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